Alunados

Tigre 3 - Boca Juniors 0

¡Boca dio asco! ¡Vergüenza! Perdimos claramente contra un equipo digno del Nacional B al cual sólo le alcanzo con correr y poner ganas para vulnerar a la débil resistencia xeneize. O nula, mejor dicho. Porque lo que más bronca me da no es perder un partido si el rival te supera y vos dejaste todo en la cancha. Lo que me saca de las casillas es la forma en que perdió Boca esta tarde en Victoria: no hubo entrega, no hubo actitud y no hubo rebeldía ante la adversidad. Sin lugar a dudas, Boca llega de la peor manera posible para el superclásico del próximo domingo.
El partido no resiste análisis. Nos ganó un Tigre que no había vencido aún de local, con tres goles del Chino Luna, con Caruso Lombardi como técnico y con un plantel competitivo... para la segunda división. Boca consumó el peor arranque en torneos cortos, tenemos un solo triunfo en nueve encuentros y somos el equipo más goleado del campeonato.
¿Los culpables? Todos, en mayor o menor medida. Boca no tiene conducción, y a la inexperiencia de nuestro presidente se suman las apetencias políticas y dirigentes pensando en su propio porvenir y no en el club. El cuerpo técnico no tiene la experiencia para estar al mando en esta situación, pero sin embargo al Chueco Alves es a quien menos tengo por reprocharle. Y algunos jugadores están demostrando que la camiseta auriazul les queda enorme. Sin lugar a dudas, hay que hacer una limpieza muy grande, y esto lo digo independientemente que el domingo vapuleamos a River (total, soñar no cuesta nada).
Campeonar es una utopía. Hoy por hoy sólo queda ganar el superclásico a como dé lugar, y luego engrosar nuestro promedio no sólo para el descenso sino para poder volver a jugar una copa internacional.
Espero de todo corazón que los jugadores reflexionen y entiendan el mensaje, más allá de las diferencias que puedan tener con Alves o la dirigencia actual. Es inimaginable pensar qué pueda ocurrir si perdemos con River. Y mucho menos si caen mostrando una versión tan apática como la de esta tarde.
¡A transpirar la camiseta, viejo! Porque el amor por Boca es inagotable y la hinchada viene apoyando estoicamente al equipo desde hace más de un año de frustraciones. Pero la paciencia tiene un límite.