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Campeón de Boca

jueves, mayo 21, 2009

Un triste y previsible adiós

Boca Juniors 0 - Defensor Sporting (Uruguay) 1

Desde chico siempre recuerdo una frase que reza: "quien mal anda mal acaba". Eso es lo que le pasó esta noche a Boca, señores. Un pésimo andar en el campeonato local presagiaba que no llegaríamos muy lejos en esta Copa. Porque hasta el momento no habíamos enfrentado a nadie. Pero lo más triste de todo: quedamos eliminados sin jugar contra nadie. Y ojo que lo digo con total respeto hacia la escuadra uruguaya; un equipo humilde que conciente de sus limitaciones encontró un gol y lo cuidó con uñas y dientes. Boca nunca fue un equipo, y peor aún, tampoco fue una suma de individualidades que aparecieran fugazmente.
Tengo mucha bronca como para analizar el partido, así que lo voy a resumir en pocas palabras. Un primer tiempo con algunas chances de gol para el xeneize, pero fallamos en la definición. Para colmo, los visitantes anotaron en la única llegada al arco del Pato. ¿El segundo tiempo? Lo más triste que haya visto de Boca en casi toda mi vida. No digo que los jugadores no hayan dejado todo ni que sea una cuestión de huevos, pero hoy no vendimos cara la derrota.
Un equipo como Boca puede quedar afuera de la Copa, en octavos, jugando de local y resignando un largo invicto en casa. De hecho, otros clubes que dicen ser grandes no pudieron pasar de ronda aún en grupos más accesibles que el que tuvo el xeneize (teléfono para plumáceos y cuervos). Pero lo que no puede pasar, no a nuestro amado Boca Juniors, es quedar eliminados sin haber peloteado al rival, sin haberlo llevado por delante, sin convertir al portero visitante en figura, abollar los palos o cagarlos a pelotazos, centros y ganar todas las pelotas divididas. ¡Eso no puede pasar!
No recuerdo en mi vida que un rival sencillo como Defensor Sporting elimine a Boca en la mismísima Bombonera sin haber pasado sobresaltos. Los uruguayos podrían haber jugado el segundo tiempo con el mate bajo el hombro, porque nuestros pupilos no crearon una sola situación de peligro.
Se acabó la Copa y del sueño pasamos a la pesadilla. Una pesadilla que en el plano local todavía nos depara más capítulos. Hoy lo único que estuvo a la altura de nuestra historia fue la hinchada. Acabamos de presenciar el fin de un ciclo. Y no me refiero solamente al de Carlos Ischia al frente de nuestro amado equipo, porque el pelado DT no es el único responsable de nuestro penoso presente. Pero ya tendré tiempo para analizar esto con menos pulsaciones en futuros artículos. Ahora, a otra cosa y a bancar más que nunca a Boca. Porque en las malas es donde supimos marcar distancias y diferenciarnos de todos los que siempre nos quieren copiar.

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