Mis raíces boquenses

En este día tan especial para todos los xeneizes, voy a contarles acerca de mis raíces boquenses. Porque hincha de Boca se nace, no se hace. Si no me creen, pasen y lean.
Allá lejos, por el año 1924, mi abuelo griego llegó a la Argentina siendo menor de edad. Atrás quedaba su aldea, la guerra y la más extrema pobreza que atravesaba Europa (o al menos esa parte del viejo continente) por esos días. La bodega de un viejo barco fue su refugio y el destino terminó siendo el barrio de Constitución. Sin documentos y sin conocer el idioma ni nuestras costumbres, empezó a ganarse la vida haciendo changas con el deseo de poder nacionalizarse de más grande y mejorar su situación. ¿Su pasatiempo en esos días? Ir con sus compatriotas a ver fútbol. Y allí llegó el amor, que se presentó con un vestido azul y amarillo. Sus iniciales: C.A.B.J.
Luego de algunos años, y ya siendo mayor de edad, pudo finalmente tramitar el pasaporte y el documento argentino. Todo esto, con testigos y declaración jurada de por medio, ante la Real Embajada de Grecia. ¿Cuál es el punto? Que a la hora de indicar la fecha de nacimiento, hizo constar en todos los registros el día 3 de abril de 1905 (cuando en realidad mi abuelo nació el 22 de octubre de 1907).
Leyeron bien, amigos. Mi abuelo eligió nacer, para la Argentina, el mismo día que se fundó su tan amado Boca Juniors.
Hago pública esta colorida anécdota como homenaje a mi abuelo Nicolás, quien es el máximo responsable de que yo haya nacido (y sido concebido) como bostero de ley. En esta vida terrenal casi no tuve chances de conocerlo. Pero algún día le agradeceré en el cielo el regalo eterno que me legó. Seguramente, mientras veamos algún partido de Boquita y alentemos desde arriba.