No te vayas, Kaiser

Boca Juniors 1 - River Plate 1

Las gallinas rescataron un punto de la Bombonera y salvaron el año. Los xeneizes aún nos lamentamos por las situaciones de gol desperdiciadas en el primer tiempo, pero no todo es tan terrible: en Núñez hay Passarella para un rato más.
Mucho se habló en la semana sobre la supuesta ventaja que tendría Boca por llegar mejor. ¡Boludeces! Personalmente, nunca me gusta llegar con el rótulo de banca y creo que hoy Boca tenía más para perder que River. Pero la actuación del equipo, en líneas generales, me dejó conforme (aunque no así el resultado final).
El primer tiempo de Boca fue una maravilla. A los 45 segundos Ledesma anotó el primero tras un delicioso pase de Riquelme. Y en toda esa etapa Boca tuvo no menos de cinco jugadas clarísimas de gol. El único responsable de que nos fuéramos solamente 1-0 al descanso fue el arquero visitante, ayudado por la mala puntería que hoy tuvieron nuestros delanteros. ¿River? No llegó nunca y sus hinchas festejaban perder sólo por un gol y no por tres o cuatro.
De cara al complemento mi preocupación era la de todo el pueblo xeneize: sería difícil repetir un baile como el de la primera mitad y los goles errados podrían lamentarse.
Para desgracia boquense, River tardó sólo cuatro minutos en anotar el 1-1 (con una gran dosis de fortuna, tras un remate de Rosales que se desvió en Morel Rodríguez). ¡Increíble! Después de lo visto en el primer tiempo empezaba un nuevo partido. A Boca le costó acomodarse, el mediocampo ya no era amo y patrón y el encuentro estaba para cualquiera. Boca atacaba, River esperaba y salía de contra. Los dos tuvieron jugadas claras pero el partido se cerró con un empate que la hinchada visitante y los jugadores plumáceos festejaron como un campeonato.

La 12 cantó:
Equipo chico, la puta que te parió,
equipo chico, la puta que te parió,
equipo chico, la puta que te parió,
equipo chico, la puta que te parió.

El festejo de los hinchas millonarios me preocupa. Quedaron afuera de la Copa, están lejos en el Clausura y su paladar negro tiene amnesia, porque se están acostumbrando a colgarse del travesaño, 4-4-2 y salir de contra. ¡Así el clásico tiene los días contados, al igual que el mito de que son cinco los clubes grandes!
En lo personal, destaco la actuación xeneize del primer tiempo y la actitud del segundo, porque con el resultado 1-1 se notó claramente qué equipo salió a buscar los tres puntos. Es una lástima no haber estado finos para la definición. Pero lo que más pena me da es que quizás Guillermo haya jugado sus últimos minutos en Boca. Eso sí que me pone triste en serio.